María Paz Otero: ‘El miedo a las oscuridades de uno mismo es mucho más definitivo'

by - mayo 26, 2024

María Paz Otero. / Fotografía de Marcos Nogales


María Paz Otero es siquiatra y es poeta. En la actualidad, aunque tiene muy claro que su vocación médica es mucho más poderosa (entre otras cosas porque es lo que le va a dar de comer), vive un momento en el que la poesía inunda su vida y la tiñe de alegría. María Paz Otero va acumulando premios literarios y éxitos editoriales. Vive un momento tan feliz como efímero (eso lo sabemos los que ya pasamos por esa etapa hace años).

La juventud de María es aplastante, casi insultante para el que escribe. Y desborda simpatía, buena educación y una capacidad más que considerable para escuchar. Ha publicado tres libros de poemas. Y confieso que hacía mucho tiempo que no me lograba emocionar leyendo poesía nueva. María ha logrado escribir unos poemarios que van de lo casi infantil en algunos versos a lo profundo del alma, al cogollo de la existencia del ser humano. Escribe fácil, con cercanía, con las emociones y los sentidos atrapados en cada verso. Le gusta escribir en casa y en absoluto silencio. En una cafetería no podría escribir nada, ni una postal.

‘Qué queda de ti cuando te vas’

Charlamos mientras tomamos un café. Hemos sido puntuales los dos y tenemos tiempo suficiente como para indagar con tranquilidad en esas cosas que escribe María Paz.

En tus poemas aparecen asuntos de forma recurrente, casi obsesiva.  Por ejemplo, el tiempo, en concreto, el paso del tiempo.

‘Soy nostálgica, desde siempre’.

¿Se puede ser nostálgica del futuro? Porque muchos de tus poemas hablan del tiempo cumplido que se refiere a un futuro aún lejano.

‘Yo creo que sí. Nostalgia de lo que no ha pasado, de lo deseado y está por llegar o no llegará jamás. La idea de futuro se vive en el presente´.

¿Y el fracaso amoroso?

‘No lo tengo muy presente, al menos en la parte consciente que no escribe. Eso creía aunque me intranquiliza que lo hayas visto en algún poema. Ya sabes que pasa a menudo que los lectores ven cosas que el autor no se ha planteado y resulta que están detrás de cada verso. Ver a mis padres después de tantos años juntos y tan enamorados me hace pensar que el amor funciona y es duradero, pero me da miedo que no sea así en mi caso. Creo que por eso está presente este asunto en mi vida y en mi pensamiento. Ya he tenido ya algunos fracasos amorosos, claro que sí. Con dieciséis años tuve mi primera relación y mi primer fracaso con una chica, pero no sabía yo que eso aparecía con tanta nitidez en lo que escribo’.

¿Sabes que alguno de tus poemas me hace pensar en lo que James Joyce decía en ‘Ulises’? (Le recuerdo) ‘¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres’. Otro tema recurrente en tus poemas.

‘La ausencia se produce porque nunca somos los mismos ni experimentamos las cosas de la misma manera. Y yo, que hablo conmigo misma en los poemas, me veo como una ausencia, como una suma de ausencias. Esto me genera algunos problemas porque soy muy controladora’.

Hablas de ausencias que todavía no son como si ya fueran antiguas. Supongo que para experimentar las sensaciones que generan…

‘Las historias que cuento tienen mucho de ficción, son completamente inventadas. Y, efectivamente, cuento el futuro para entender. Ya te digo que me gusta tener las cosas controladas y escribiendo creo tener ventaja’.

‘Me cuesta terriblemente dar forma a estas letras’

‘Escribo muy rápido, muchas cosas y muchas veces muy malas. Además corrijo poco’.

Pero la importancia de cortar, corregir, experimentar con el lenguaje, de buscar fórmulas alternativas y encontrar esa palabra justa que convierte un verso en algo exclusivo y único, es esencial en poesía…

‘Soy impaciente en casi todo lo que hago. Si envío una nota de voz lo hago de forma acelerada y así me lo dicen. Tengo cierta prisa por descubrir el mundo y contarlo, ordenarlo para poder entender qué pasa a mi alrededor. Deshecho mucho de lo que hago y, tal vez, esos poemas unas vez corregidos podrían ser mucho mejores. Creo que escribo bien aunque no domino el lenguaje; escribo bien aunque mi formación teórica es escasa y eso me acompleja un poco. Lo que me sale bien es así y no sabría explicar la razón’.

Pienso que si María Paz está, todavía, en la fase en la que no ha comenzado una experimentación obligada, el día que lo haga tendremos una poeta mayor entre nosotros. Si ya es bueno lo que hace…

‘Escribo todo en el ordenador. No puedo escribir en papel’.

Y pienso en esa estilográfica que le terminarán comprando sus padres para que en lugar de escuchar el pulso de las teclas María oiga el rasgar del punto sobre el papel. Los ritmos son otros, las sensaciones son otras…

‘Clara está su inteligencia. La locura es una estricta

maestra de astrofísica. Incomprensible

casi para todos’.

Creo que la esencia de tu poesía está en lo oscuro, en lo que no llegamos a ver.

‘Lo importante es lo que no vemos, lo que nos pasa, lo que pensamos, lo que creemos que pensamos, lo oculto. Eso es lo importante de cada uno de nosotros. Somos más lo que no aparece que lo que mostramos.

Trato de explicar que lo que se ve es fruto de eso que no se ve, que mantenemos en la sombra, que no queremos confesar, que deseamos y nunca llega.

Suelo hablar de lo superficial intentando explicar que eso llega desde las profundidades. Salvo en ‘Los Atormentados’ (en ese poemario si voy más allá de lo aparente) me suelo quedar en lo que podría ser la superficie aunque intentando encontrar una explicación a las profundidades de las que hablo a veces. Y es que en las profundidades tenemos muchas más cosas en común (todos los seres humanos) que en la superficie. Lo oscuro es el territorio en el que nos parecemos más unos a otros’.

‘Todo lo incendia su voz’

¿Por qué escribir en lugar de pasar por la vida de puntillas que es, como todo el mundo sabe, lo que hace el noventa y nueve por ciento del personal?

‘Ordeno el mundo y con ello me lo explico. Es una necesidad que siempre he tenido. No trato de explicar algo que me sobrepasa, no podría. Soy muy racional y escribir me permite ordenar mis sentimientos. Poco más. A veces, imagino imágenes de mucha potencia de las que no soy capaz de escribir. Y, a veces, me descubro escribiendo sobre algo que no me apasiona especialmente. Ordeno lo que puedo y si no diera salida a esas cosas que me inquietan, antes o después, aparecerían de formas diversas y, seguramente, indeseadas.’.

Pues lo haces. Por eso tu poesía es tan brillante, por eso iluminas el camino del lector que quiere entender.

‘Con ordenar mi mundo tengo bastante. Si eso, además, explica algo, de maravilla, pero no es mi intención’.

Pues lo haces. Y si no te importa no cambies de rumbo

‘No hay comprensión posible para los Atormentados’

En poesía, aunque parece que la protagonista es la palabra, el silencio reina. En siquiatría, parece que el silencio es protagonista, pero es la palabra la que reina. ¿Estamos de acuerdo?

‘Existe algo común en esos dos lugares: la palabra importa, guía, ilumina. Importa lo que se dice y lo que se calla. El siquiatra dice y eso importa; el poeta dice y eso importa. El poema calla y eso importa, el enfermo calla y eso importa.

Yo aguanto mal el silencio largo, tiendo a romperlo. Y hay que aprender a respetarlo, es un problema con el que es preciso tener cuidado en el ámbito de mi profesión. Tengo un compañero que dice que primero se tiene una ‘cháchara intrascendente’ y luego se habla. Y hay que tener cuidado al hablar porque la palabra es esencial. Los siquiatras no somos amigos del paciente, no somos ‘chacharistas’ y estamos obligados a decir las cosas con sumo cuidado.

En poesía es más fácil callar y dejar que el silencio haga su trabajo. En siquiatría es complicado ese silencio de una de las partes que se hace eterno algunas veces y del que no conocemos apenas su significado’.

‘Colocas tu mano sobre mi mano’

Le pido a María que hablemos de Dios, de su silencio; otro tema recurrente en sus poemarios.

‘Ni soy católica, ni soy practicante. Mi ruptura con la religión fue rotunda al descubrir mi orientación sexual. Pero la idea de Dios la conservo intacta, me parece muy poderosa, muy apabullante. Tengo muchas dudas sobre su existencia y eso me obsesiona. Es como un ruido incómodo que tengo ahí en las profundidades y que sale de vez en cuando; en realidad con bastante frecuencia’.

 ‘Apoyada en la ventana los observo despedirse.

Un beso fugaz en la mejilla

al hijo silencioso bajo el porche

pone fin a un día como tantos:

un día que, apilado sobre otros,

se diluye ante mí y a nadie importa’.

¿Sientes el miedo del escritor a descubrir miedos ajenos que inunden su ser?

‘El miedo a las oscuridades de uno mismo es mucho más definitivo. El que sufren otros te puede generar angustia, compasión, incertidumbre o necesidad de ayudar, pero asusta más el propio. Por ejemplo, yo siento más mi propia tristeza aunque sea menor respecto a lo que viven otras personas. Si no fuera así nos moriríamos en veinte minutos, sería insoportable. Y por esto mismo, soy capaz de contarlo. ‘Los Atormentados’ es una especie de altavoz de miedos, de tristezas, de profundidades que recojo sin que me afecte hasta el punto de no poder soportarlo. En este sentido, lo ajeno lo percibes y lo propio te paraliza’.

Terminamos nuestros cafés y el tiempo. Caminamos durante unos minutos charlando, disfrutando del ajetreo de la ciudad. Y nos terminamos despidiendo en la puerta de unos de los parques más bonitos del mundo, El Retiro.  Pronto nos volveremos a ver con toda seguridad. Ella con un nuevo premio debajo del brazo; el que escribe con ganas de mirarse en un espejo que ya creía quebrado y que descubre casi intacto cuando habla con los autores jóvenes.

 

G. Ramírez

María Paz Otero nació en Madrid, en 1995. Es graduada en Medicina por la Universidad de Alcalá de Henares y residente de Psiquiatría en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Ha editado los poemarios ‘Nimiedades’ (Madrid, Ed. Hiperión, 2021; III Premio de Poesía joven Tino Barriuso), ‘A la tarde’ (Madrid, Ed. Vitruvio, 2024; Premio Vitruvio de Poesía) y ‘Los Atormentados’ (Madrid, Ed, Rialp, 2024; Premio Adonais).

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