Julia Pastrana. |
Julia Pastrana fue un personaje real que padeció hasta su muerte la enfermedad de la hipertricosis en pleno siglo XIX en Sinaloa (México); fue además una estupenda mezzosoprano, a la que en estas dos obras de teatro de Manuel Valls —no confundir con el que fue primer ministro francés, aunque para muchos será inevitable— se rinde un gozoso y turbulento homenaje.
Parcialmente
documentadas en estos hechos históricos, el dramaturgo, actor y guionista de
dilatada carrera televisiva, cinematográfica y teatral, la sitúa en un circo
donde trabajó en España para conocerla desde una exhaustiva documentación,
situándola en el contexto de la guerra civil española.
Valls monta
así un espectáculo circense heredero de Tod Browning y 'La parada de los
monstruos' que todavía sigue girando por España, esta vez con nueva
compañía, pero con no tan disímiles tipos de reparto, dentro del circuito
independiente.
Ya disfrutamos
en su día de 'El último viaje de Cary Grant' también de su autoría, y el
lector nacional de este artículo puede igualmente hacerlo con su primer
largometraje exhibido al efecto, 'Faltas leves' de 2007 —en alquiler en
AppleTV—, así como de su dilatada trayectoria en la serie 'La Alquería Blanca',
disponible en Á Punt media, no sabemos si desde los primeros capítulos o su
continuación.
Pero a lo que
vamos. Tanto 'Las hijas de Siam', que sirve para contextualizar el
problema de la mujer barbuda desde contextos freudianos, presentándonos no sólo
a Madame Gloria, su madre, sino a las adorables por otras razones, Violeta y
Marga, capaces de hacer y pensar distintamente y a la vez inseparables por un
problema genético que las mantiene físicamente unidas. Tanto 'Las hijas de
Siam' decía, como la más compacta 'La mujer más fea del mundo' nos
introducen en un mundo profundo de desigualdades palmarias, lleno de
excrecencias y miserias como es no solo el del circo y el teatro, sino el de la
incomprensión y la genialidad por la que cuanto más feos somos por fuera, más
bellos lo somos por dentro. Esta idea, quizás tocada demasiado de puntillas o
tímidamente en diálogo, se vuelve clarificadora en las acotaciones o
didascalias, es lo que las une y hace digeribles, y su espejo en el público
—como bien indica Iría Márquez en su esclarecedor prólogo— resulta a la vez
horripilante y hermoso.
Uno que apenas
cuenta con un ordenador y un streaming, se siente congratulado al leer este
tipo de textos que hablan tanto de Charles Chaplin, como de Pastrana con tanta
sencillez, humildad y arrojo; y es que Valls, en plena era de lo grotesco, sabe
crear esa empatía que tanto nos concierne.
Para los que
quieran saber más de Julia Pastrana, en la Internet pueden encontrar datos y
vídeos de YouTube que les ayudarán a contrastar opiniones tanto sobre su
figura, tantas veces confusa, como para reflexionar sobre esa verdad de las
mentiras que tanto atañe a todo el que haga o pretenda hacer buena ficción.
Editada a
través de una asociación musical valenciana en El Petit Editor, la obra se
puede adquirir a través de todostuslibros.com, pero ya que hablamos de teatro,
qué mejor que ir a verla en una de sus múltiples paradas por nuestra geografía,
que por cierto no sé si serán muchas o pocas.